21 Jul Algunas claves sobre los modelos de explotación hotelera y extrahotelera (y II)
Hablábamos en el post anterior sobre los diferentes modelos de explotación de establecimientos hoteleros y extrahoteleros y los nuevos caminos y nuevas posibilidades que posiblemente hace algunos años ni siquiera habríamos considerado, pero que hoy en día podrían revelarse como una alternativa para rentabilizar nuestro negocio.
Si nuestra empresa se ha quedado estancada, si los resultados no son los deseados, puede que haya llegado el momento de acometer cambios de más profundo calado. Tal vez esos cambios pasen por una remodelación de todo lo que teníamos establecido, incluido el modelo de explotación del establecimiento.
Lo que está claro es que debemos hacer un diagnóstico de nuestro modelo actual y un profundo análisis de nuestras necesidades reales, pues no se trata de empezar de cero, sino de encontrar el modelo que mejor se adapte a la realidad de nuestro establecimiento y de nuestros objetivos como marca. Si lo hacemos de esta manera, el tránsito (en caso de llevarse a cabo) será más amable y ello nos ahorrará muchos quebraderos de cabeza.
Evidentemente existen ciertos factores intrínsecos a nuestra definición como establecimiento – tales como la categoría del hotel, el número de habitaciones que posee, los servicios que ofrece, su ubicación, el tipo de clientes que aloja, etc. – cuyo análisis es prioritario porque pueden ser la base de la elección del modelo de explotación.
Si se trata de un pequeño establecimiento de gestión familiar, posiblemente tengamos en la cabeza la decisión más conservadora: mantener el régimen de propiedad. Pero no nos engañemos: debe ser una decisión meditada y no el fruto del conformismo. Si realmente amamos nuestro negocio y queremos verlo crecer, la opción de mantener la propiedad debe pasar por otro tipo de cambios: en cuanto a marketing, servicios, especialización… La parálisis no será un buen aliado en un escenario tan virulento como el que vive actualmente el sector.
El régimen de arrendamiento es otra de las opciones. Es decir, ceder a otro (que asume las pérdidas y las ganancias a cambio de un alquiler) la explotación de la propiedad, con la garantía de que mantenga las instalaciones como las hemos entregado. En este caso deberemos estar dispuestos a invertir en ellas y mejorarlas, con un compromiso firme. Puede ser una buena opción si lo que queremos es desligarnos del negocio.
También podemos contratar la gestión del establecimiento a una cadena hotelera. Suelen ser contratos ventajosos, aunque hay que barajar números, duración del contrato y pensar también en la calidad de esa gestión pues la empresa y el riesgo, después de todo, siguen siendo nuestros.
El régimen de franquicia, quizás el último en incorporarse al sector turístico y en algunas categorías el que mayor crecimiento ha tenido en los últimos tiempos, puede beneficiarnos si realmente queremos seguir gestionando el establecimiento. En cierto modo es lo más parecido a la propiedad, pues seremos nosotros los encargados de llevar el negocio, pero bajo otra marca comercial y siguiendo sus directrices, una opción que habría que tener en cuenta si nuestro problema está en la falta de capacidades para sacar adelante el negocio.
Cualquiera de las opciones, como ya hemos dicho, requiere un análisis previo y un compromiso firme con los resultados de ese análisis. No nos cansaremos de decir que tanto el diagnóstico como la planificación son aliados que la Dirección ha de poner en su hoja de ruta si quiere alcanzar el éxito. Por el contrario, la resistencia al cambio es el gran obstáculo para llegar a él; es la opción que escogen quienes temen tomar una decisión por miedo a nuevos inversores, a implantar estructuras novedosas de gestión o a dar un paso que pueda suponer cambios drásticos en un modelo de negocio que creían tener bajo control.
Si hemos llegado hasta aquí es porque alguien, un día, decidió asumir un riesgo. Ahora es nuestro turno.
Imagen: Fotolia
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